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  1. 5. Martín Antolínez se une al Cid y le ofrece algunos viveres. 6. El Cid, empobrecido, habla con Antolínez del truco de las arcas de arena. 7. El empeño de las arcas como cuestión de vida o muerte. 8. Antolínez busca en Burgos a Raquel y Vidas, dos caros amigos. 9. Raquel y Vidas, tras el trato con Antolínez, van a ver al Cid y recoger ...

  2. persona o el de su señorío (en el caso del Cid, de Bivar, como en el v. 628). 6 cantar primero 15-64 El mal augurio de los versos anteriores se cumple en Burgos, cuyos habi-tantes, pese al afecto que sienten por el Cid, no son capaces de contravenir el mandato real que les prohíbe hospedar o vender alimentos al desterrado. Se na-

  3. García Ordóñez. El Cid, amparando al moro vasallo del . rey de Castilla, vence a García Ordóñez . en Cabra y le prende afrentosamente. El Cid torna a . CastilIa con las parias, pero sus enemigos le indisponen . con el rey. Éste destierra al Cid. 1 . El Cid convoca a sus vasallos; Éstos se destierran con él. -Adiós del Cid a Vivar

  4. LIBRO LA LEYENDA DEL CID by Anonymous_xKh01Yj

  5. 2011. ISBN. 9788416103973. Editorial. Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores. Autor. Anónimo. Descripción. El volumen incluye, junto a la edición anotada del texto, un ensayo de Francisco Rico titulado Un canto de frontera: «La gesta de Mio Cid el de Bivar» y estudios de Alberto Montaner que abordan cuestiones como la composición de la ...

  6. Cuando acabó su oración el Cid otra vez cabalga, de las murallas salió, el río Arlanzón cruzaba. Junto a Burgos, esa villa, en el arenal posaba, las tiendas mandó plantar y del caballo se baja. Mío Cid el de Vivar que en buen hora ciñó espada en un arenal posó, que nadie le abre su casa. Pero en torno suyo hay guerreros que le acompañan.

  7. web.seducoahuila.gob.mx › biblioweb › uploadEL CID

    Vos perdéis con la muerte de un hombre de su rango: vengadla con otra, sangre por sangre. Inmolad, no a mí, sino a vuestra corona, y más a vuestra grandeza que para nadie; inmolad, digo, señor, en bien de la nación entera, a todo el que se enorgullezca de tan grave atentado. DON FERNANDO.—Don Diego, responded.

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